27 de junio de 2011

Cañaheja

- Dadme, buen hombre, ese báculo, que le he menester.
- De muy buena gana -respondió el viejo-: hele aquí, señor.
Y púsosele en la mano. Tomóle Sancho, y, dándosele al otro viejo, le dijo:
- Andad con Dios, que ya vais pagado.
- ¿Yo, señor? -respondió el viejo-. Pues ¿vale esta cañaheja diez escudos de oro?
- Sí -dijo el gobernador-, o, si no, yo soy el mayor porro del mundo, y ahora se verá si tengo yo caletre para gobernar todo un reino.


                                                                                                Don Quijote de la Mancha
                                                                                                Miguel de Cervantes




Zeus, enojado  tras haber sido  engañado por Prometeo, castigó a la humanidad sin fuego. "¡Que se coman su carne cruda!" dicen que gritó tras elegir guiado por las apariencias la peor parte de un toro sacrificado, dejando la parte buena a los hombres.




Prometeo, causante de la irritación divina, quiso ser quién le pusiera remedio y se propuso recuperar el fuego. Solicitó para ello la ayuda de Atenea que le franqueó el acceso al Olimpo. Tras entrar en él se acercó al carro de fuego del sol del que arrancó un trozo de carbón al rojo que introdujo en el hueco de una cañaheja, pudiendo de este modo sacar el fuego de la morada de los dioses.




La cañaheja (Ferula comunnis) es una hierba que anualmente produce un tallo alto, recto,  de unos dos metros. La pulpa del interior de esta caña es fácilmente inflamable pero de combustión lenta, ideal por tanto para mantener un fuego.




Robert Graves en su libro Los mitos griegos apuntaba que en algunas islas griegas aun se usaba este sistema para transportar el fuego de un lugar a otro. Quién no conozca la suculenta narración del Quijote que encabeza la entrada que acuda al capítulo XLV de la segunda parte y si no tuviera un ejemplar a mano que pinche aquí .

3 comentarios:

Jesús Dorda dijo...

¡Mira que están bonitas ahora las cañahejas! Cuando se ven desde la carretera parecen señales de tráfico que nos dicen: "Aquí hay campo, para un rato"
Saludos.

José Manuel Gavilán dijo...

Una entrada muy en tu línea, amigo Joaquín. Buen trabajo.
Un saludo desde Doña Mencía

Manuel Zafra dijo...

Me parece muy estimulante la mezcla de literatura y naturaleza que cocinas en tus artículos. A partir de hoy los leeré todos.
Enhorabuena por el blog.

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